Lector: Felicitación Sabatina. Por la Señal…
Coro: AVE MARÍA PURÍSIMA.
Pueblo: Sin pecado concebida
Lector: Acto de contrición: “Señor mío, Jesucristo…”
Coro: Bendita sea la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen
María.
Pueblo: Bendita sea la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen
María.
(Esta Jaculatoria se repite tres veces, añadiendo después un
Padrenuestro, cuatro Avemarías y Gloria)
Lector: Jaculatoria:
Pueblo: Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios
se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen
Sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión! ¡No me dejes, Madre mía!
Felicitación y súplica: Oh, Inmaculada María, yo os doy mil parabienes, uniendo mis
alabanzas con las de todos los espíritus celestiales y justos de la tierra, por
los grandes privilegios de vuestra Concepción Purísima y gloriosa Asunción
al cielo en cuerpo y alma. Por la suma complacencia que disteis en vuestro
primer instante a la Santísima Trinidad, os suplico aceptéis estos pequeños
obsequios, en compensación de los agravios que vuestro divino hijo y Vos
recibís cada día de los hombres.
Pongo confiadamente en vuestras manos, las necesidades de la
Iglesia y del Estado, os pido por el Sumo Pontífice, por la exaltación de la fe,
conversión de los pecadores, reforma de costumbres, prosperidad de todas
las misiones católicas y por el aumento y propagación de esta devoción.
Os suplico también, que me concedáis un grande amor a Jesús y
un afecto filial hacia Vos, una perfecta pureza de alma y cuerpo y el don
precioso de la perseverancia final.
Me pongo confiadamente en vuestras manos y del todo me
consagro a Vos, y os suplico, que, en retorno de esta visita, me visitéis en mi
última agonía y consoléis también a las Benditas Almas del Purgatorio.
Que logremos, en fin, todos los que nos asociamos para
felicitaros, la dicha de asociarnos también en el cielo, para alcanzar
eternamente los grandes misterios de vuestra Inmaculada Concepción y
gloriosa Asunción en Cuerpo y Alma a los cielos. Así sea.
Lector: Oh, María, sin pecado concebida.
Pueblo: Rogad por nosotros que acudimos a Vos.
Lector: Oración de San Bernardo:
Todos: “Acordaos, oh, piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído
decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro,
haya sido abandonado de Vos. Animado de esta confianza, a
Vos también acudo, Oh Madre, Virgen de las vírgenes, y
aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a
compadecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, Oh
Madre de Dios, mis humildes súplicas, antes bien, inclinad a
ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente.
Amén.”
(Cuando hacen su entrada el sacerdote, los acólitos, los ceroferarios y
turiferario, se comienza a cantar estos cantos)
Canto: “Recibid mil parabienes, oh Purísima María. Mostrad que sois
nuestra Madre. Oh Purísima, María. Mostrad que sois nuestra
Madre, mostrad que sois nuestra madre.”
Canto: Salve Regína.
(Termina el primer canto. Cuando comienza la Salve, se inciensa el altar de
la Virgen, la Cruz y la imagen de la Inmaculada)
Sacerdote: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Todos: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Ntro.
Señor Jesucristo.
Sacerdote: Oremos: (se escoge una oración apropiada de la Virgen)
Todos: Amén.
Nota Histórica: Esta felicitación es una práctica piadosa ideada por el sacerdote
español, Rvdo. D. Juan García Navarro; Aprobada por el Papa Pío IX, con el breve “Nuper
perlatum est Nobis”, del 2 de agosto de 1863.
Esta fórmula, no es la propia hecha por el autor, sino una acomodación realizada
por la Juventud femenina de Acción Católica.