Señal de la Cruz
Por la señal de la santa cruz +
de nuestros enemigos +
líbranos, Señor, Dios nuestro +
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo + Amén.
Credo
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto, y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Primer Misterio Glorioso. La Resurrección del Señor
«Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. Pero él les dice: «No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron»».
Misterio de la muerte aceptada y vencida. La resurrección es el mayor triunfo de Cristo, y, juntamente da la seguridad del triunfo de la Santa Iglesia Católica, a pesar de las adversidades, a pesar las persecuciones; ayer, en el pasado, mañana, en el porvenir. Es provechoso recordar que la primera aparición de Jesucristo fue a las santas mujeres, que le fueron familiares en su vida humilde, y estuvieron muy junto a Él en sus padecimientos hasta el Calvario.
Ofrecimiento.
Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de piedad y misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia. Amén.
Segundo Misterio Glorioso. La Ascensión del Señor
«Los sacó hasta cerca de Betania y levantando sus manos los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y se elevaba al Cielo. Y ellos le adoraron y regresaron a Jerusalén con gran gozo».
En el presente misterio contemplamos la culminación, el cumplimiento definitivo de las promesas de Jesucristo. Es la respuesta que Él da a nuestro anhelo del paraíso. Su retorno definitivo al Padre, del que un día bajó al mundo para vivir entre nosotros, es seguridad para todos los hombres, a quienes Él ha prometido y preparado un puesto allá arriba. “Voy a prepararos el lugar”.
Ofrecimiento.
Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de piedad y misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia. Amén.
Tercer Misterio Glorioso. La venida del Espíritu Santo
«Al cumplirse el día de Pentecostés estaban los discípulos juntos en un lugar y se produjo de repente un ruido venido del Cielo, como de un viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Aparecieron unas lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo; y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras según el Espíritu Santo les inspiraba»
En la última cena recibieron los apóstoles la promesa del Espíritu Santo. En el cenáculo, ausente Cristo, pero presente María, lo reciben como don supremo de Cristo. ¿Qué otra cosa es sino su Espíritu? Es, además, el que consuela y vivifica las almas. El Espíritu Santo continúa su acción sobre y en la Iglesia en todo tiempo. Los siglos y los pueblos pertenecen al Espíritu, pertenecen a la Iglesia. Los triunfos de la Iglesia no son siempre visibles exteriormente. Pero de hecho los hay siempre, y siempre están llenos de sorpresas, a menudo de maravillas.
Ofrecimiento.
Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de piedad y misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia. Amén.
Cuarto Misterio Glorioso. La Asunción de María a los cielos en cuerpo y alma
«Quién es ésta que sube del desierto, apoyada sobre su Amado, como columna de humo aromático, como aroma de incienso y mirra?». «Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas».
La figura soberana de María se ilumina y transfigura en la suprema exaltación a que puede llegar una criatura. Qué cuadro de gracia, de dulzura, de solemnidad en la dormición de María. Tranquila en el plácido sueño de la muerte, Jesús está a su lado, y mantiene junto a su corazón el alma de María, como si fuera un niño, como indicando el inmediato prodigio de su resurrección y glorificación.
Ofrecimiento.
Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de piedad y misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia. Amén.
Quinto Misterio Glorioso. La coronación de María Santísima como Reina de cielos y tierras
«Apareció en el Cielo una mujer vestida de sol, la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza».
La gloria de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, toma su fulgor de la luz inaccesible de la Trinidad augusta. Vivos reflejos de ella caen sobre la Iglesia, que triunfa en los cielos, que padece en la confiada espera del purgatorio, que lucha en la tierra.
Ofrecimiento.
Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria.
María, Madre de gracia, Madre de piedad y misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia. Amén.
Agradecimiento
Infinitas gracias os damos, soberana Princesa, por los favores que todos los días recibimos de vuestra benéfica mano; dignaos, Señora, tenernos ahora y siempre bajo vuestra protección y amparo; y para más obligaros, os saludamos con una Salve.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh, clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Letanías
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre de la esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN.
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria por las intenciones del Santo Padre.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.